A veces es necesario montar composiciones que nos agradan a la vista. Pueden ser reales o no, lo importante es que nos recuerden a algo ya visto, o recordado, y nos hagan felices viéndolas correr por nuestras maquetas. Son composiciones sin más, no se trata de rebuscar entre fotografías, ni acudir a los libros de los cazadores, son simples composiciones que quizás pudieran ser ciertas.
Expresos, Mixtos, Mercantes, Ómnibus, Directos, cualquier tren cabe en estas composiciones. ¿qué más da si nunca existieron? A lo mejor a alguien les recuerdan alguno de los trenes que vieron de niños o que tomaron para ir de tal a cual sitio. A lo mejor no, la edad impone sus limitaciones y aquellos recuerdos solamente están en esa parcela de memoria que ya solamente poseemos los viejos.
¿Dónde estará aquel discrecional que un día estuve esperando en una estación perdida? ¿Quién se ha subido a un tercera de madera entre aquellos hatillos de tela y cajas de pollos? Podría ser el de la siguiente fotografía y, seguramente, casi nadie de los que ahora puedan leerme lo habrá visto.
Trenes con coches de madera, metalizados y metálicos en una mezcla de clases, colores, olores e incluso sabores. Los vendedores en los andenes voceaban: "Tortas de Álcazar"; "Membrillo de Puente Genil"; "Mantecadas de Astorga". Supermercados errantes en donde encontrabas miel de la Alcarria o higos chumbos de Almería asomándote por la ventanilla.
Un mundo diferente, sin huella ecológica, sin tecnificación, sin móviles, donde las naranjas sabían a naranjas y los tomates a tomates. Un mundo más simple, más pobre. Irrecuperable, por mucho que se empeñen.
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