LA LÍNEA DE STEINBERG. INTRODUCCIÓN

Deseo explicar, a lo largo de este año, algo que parece elemental en el modelismo ferroviario pero que no es frecuente en muchas maquetas; la explotación. Disfrutar del juego de los trenes requiere no solo disponer de un determinado espacio y un número de modelos que discurran por las vías, sino organizar de forma conveniente, lo más parecido a la realidad posible, esas composiciones. Me gustaría dar unas ideas sobre cómo se puede jugar con trenes eléctricos de una manera coherente, parecida a la de una explotación real, sin llegar a los extremos puristas de fichas de vagones, órdenes de marcha y cosas similares.

La elección del tipo de maqueta, su época, es fundamental para poder desarrollar unas condiciones de explotación correctas aunque, como siempre, limitadas por la capacidad del juego. Evidentemente, el trazado, el motivo y el paisaje proporcionan el conjunto base indispensable para realizar un modelismo realista, pero tan importante como eso es disponer de un parque móvil ferroviario acorde con la instalación elegida.

Aquí es donde aparece el conflicto de intereses entre escoger los modelos adecuados o seguir adquiriendo los que más gusten. Lo canónico es escoger los adecuados y, posiblemente, más de uno se llevará la enorme sorpresa de sentirse atrapado con esta forma de jugar, acabando por admitir que hay en ella más posibilidades de entretenerse que las que en principio había pensado.

Salvando todas las distancias, una maqueta pretende ser una transposición de la realidad por lo que hay que diseñar no sólo un recorrido, sino también un método para su funcionamiento. Si los trenes pasan sin más, sin orden ni lógica, pues no habremos conseguido algo diferente a lo que ya nos entretenía cuando teníamos cinco años. Una diversión agradable, extendida e incrementada con múltiples modelos y vías, pero nada más. Mi propuesta es otra forma de divertirse, un poco más compleja, intentando imitar a la realidad al hacer circular nuestras composiciones de la forma más parecida posible a la auténtica, ya requiere un poco más de conocimientos, siendo imprescindible documentarse para poder escoger los modelos adecuados y reproducir, aunque sea someramente, unos movimientos  parecidos a los de los trenes reales.

Diseñar una maqueta requiere un tiempo previo de documentación para su desarrollo. Por una parte se debe analizar la línea que se quiere imitar teniendo en cuenta el paisaje, las construcciones y detalles que la caracterizan; por otra, se debe tener en cuenta el material disponible o adaptable que se puede utilizar. En ambos casos siempre se debe recurrir a la realidad aunque luego, como no podemos reproducirla con total exactitud, nos aproximemos en la mayor o mejor medida posible para conseguir ese ambiente ferroviario buscado. Merece la pena dedicar un tiempo a dibujar planos o esquemas, no sólo por el trazado, también para ver que movimientos y maniobras podemos hacer, cuales no, y no cometer esos errores que más de una vez se han dado en la historia del ferrocarril, con casos de líneas problemáticas por trazados defectuosos y material mal comprado. 

Y dicho ya todo esto, siempre he partido de la base de que una maqueta si no es divertida, no es nada. Resulta imprescindible poder disponer de unos elementos básicos que permitan mantener su atractivo durante años. Una estación o dos, un recorrido visual acorde a la realidad, un depósito o cocherón, unos apartaderos, entre otras opciones. Elementos, en fin, que faciliten la posibilidad de movimientos diferentes y variados incluso con el paso del tiempo. Todo aquello que esté exclusivamente relacionado con el ferrocarril y su entorno.  

Una vez decididas cuales son las opciones que vamos a escoger, es importante adecuar su interconexión y emplazamiento. La relación de distancias entre ellas, su ubicación, debe efectuarse siempre intentando respetar las limitaciones de construcción que el ferrocarril real tiene que soportar. Los radios de curvatura, rampas, longitudes de vía, transiciones y toda clase de circunstancias derivadas de la geometría de la línea que vamos a imitar, aunque nunca podrán estar a escala, sí que deberían ajustarse lo más posible, estéticamente, a la realidad. El trazado final que acabaremos desarrollando es el que nos va a marcar cómo vamos a poder utilizar la maqueta y el tipo de material a usar.

A causa de estas limitaciones técnicas, la elección del material motor y remolcado es una de las más importantes decisiones que tomar, porque una selección inadecuada va a causar problemas en los movimientos que se traducirán en descarrilamientos, desajustes de piezas, motores y transmisiones forzadas. 

Sin ánimo de ser pretencioso, recurro nuevamente a mi maqueta alemana de la DRG para explicar estas cuestiones. ¿Por qué? Pues porque esta maqueta está diseñada para desarrollar una explotación comercial de una línea ferroviaria a lo largo del tiempo. Aunque ha sido diseñada para la DRG, época II, se puede utilizar perfectamente incluso con material de la DB o la DR en épocas III y IV con muy pocos cambios. Los postes de catenaria casi exclusivamente, y siendo muy rigurosos alguna señal, porque en la primera parte de la época III todavía se seguían utilizando muchos de los elementos antiguos que no se destruyeron.

Es comprensible que para un buen número de aficionados la adquisición de forma continuada de modelos es fundamental, por lo que se acaba por disponer de material muy variado de distintas Épocas, Compañías y Administraciones. Es algo que comparto, pero lo que no debe hacerse nunca es mezclarlo en la misma maqueta si en la realidad nunca coincidieron simultáneamente. Esto es muy importante tenerlo previsto porque, si no se quiere cambiar de Compañía Ferroviaria y/o país, la maqueta debe admitir la posibilidad de adaptarse a varios períodos con cambios muy superficiales, ya que el material de cada época llegará un momento en que se agotará y la repetición continuada del juego con los mismos modelos llegará a aburrir. 

La construcción de una maqueta es ardua y costosa. Con el paso del tiempo sufre modificaciones y reformas por diferentes motivos, cambio de alguna instalación, edificio, trazado, inclusión, exclusión o eliminación de algunos elementos, pero siempre debe mantenerse el criterio original de su diseño inicial, porque no hay nada más caro que deshacer una maqueta terminada ya que se desaprovecha buena parte del material que la forma.

Voy a intentar explicar, a lo largo de estas entradas, los motivos que me movieron para construir mi maqueta alemana, con el ánimo de utilizar el mayor número posible de modelos sin que se generaran extravagancias visuales en el tablero. Aunque sea una experiencia personal, puede que sirva de algo para aquellos que empiezan a querer desarrollar este juego de una forma más parecida a la realidad. 

Parto de algunas consideraciones sobre el trazado para realizar un estudio del material de tracción en primer lugar y del material remolcado en segunda instancia. Los tráficos y otras cuestiones también serán tenidos en cuenta a la hora de escoger este material, tanto en el caso de las locomotoras como en el de los viajeros y las mercancías.

En la próxima entrada comenzamos con la tracción vapor.