A LA CUARTA VA LA VENCIDA

La concepción de esta nueva maqueta será, posiblemente, la culminación y cierre de mis actividades modelísticas. Una afición siempre debe entenderse como algo terapéutico que ayuda a descargar la actividad intelectual o manual, según sea. La inactividad profesional me ha llevado a dedicar más tiempo a mis trenes, pasando de una terapia a una manía. La consecuencia última de ésta es la construcción de una nueva maqueta. La cuarta y espero que última para no dar motivos a mi familia para ingresarme en un frenopático.

Afortunadamente siempre he pensado que los hobbys deben desarrollarse en privado pues, si bien con el paso del tiempo se acaban convirtiendo en manías personales que pueden controlarse, si se desarrollan en grupo, al incrementarse las iniciativas, dan lugar a situaciones capaces de terminar siendo peligrosamente adictivas y desaforadas. Los "...ismos" siempre me han parecido nefastos.

Creo haber dejado mi trayectoria en el diseño de maquetas en las entradas de este blog. Comenzando con mi maqueta de Steinberg, de lenta construcción. Fue mi bautismo en la incorporación de la atmósfera a las maquetas, sobre una concepción clásica de vía principal y secundaria para ver andar los trenes en una línea ferroviaria sobre una superficie de 20 m2. Pasando por la de Villafranca Término, maqueta lineal de 10 m. de largo, con radios infinitos, que se creó para hacer maniobras en una estación con material de Renfe aprovechando las ventajas de la digitalización. Mi siguiente idea la desarrollé en el RAW de Steinberg, una Show-case de casi tres metros y medio de largo, en donde quise reconstruir los edificios de la DRG para incorporar mis automotores y la última ocurrencia ha sido la transformación de Villafranca a Villefranche au pied du Puy, un lugar imaginario en el Macizo Central para disfrutar de modelos escogidos de la SNCF.

En esta ocasión, la idea de partida es disponer de un espacio para poder mover nuevamente mis trenes de Renfe en una maqueta con atmósfera española. Abandonada Villafranca Término, esta futura estación portuaria me permitiría poder utilizar alguno de los modelos que duermen en las vitrinas.

Esta es una idea que me resulta atractiva porque ya he sobrepasado los impulsos del realismo extremo, o del realismo imaginario. Lo que me interesa ahora es la esencia de mi afición, que no es otra que ver los trenes con detalle en maniobras lentas. Pero también disfrutar de los modelos y de las composiciones en un ambiente diferente. Incorporar elementos no habituales en las maquetas como muelles, barcos o grúas me parece interesante. Por eso, un puerto, creo que es una buena opción. 

A diferencia de los proyectos anteriores, en éste, no existe una historia del lugar. Un puerto es una zona de tránsito en el que las historias quedan reducidas al mínimo. Unos depósitos de mercancías, un puerto pesquero, una estación aduana y poco más. Lugar de paso y trabajo, no requiere de una historia que justifique su existencia como la de Villefranche, Oberbaumbach o el RAW. Queda pues reducida la historia, exclusivamente, a la utilidad del espacio. El planteamiento del concepto es muy elemental.

Por tanto, la definición del trazado debe priorizar todo el proyecto. La vía debe ser tirada con sencillez y simplicidad para obtener la elegancia de un trazado abierto y limpio. Lo que va a cobrar importancia es ver los trenes en líneas totalmente abiertas. El resto es simplemente el acompañamiento necesario para enmarcar el tránsito ferroviario. 

En ese ámbito, la ventaja de un puerto es que los edificios pueden estar pintados de blanco casi en su totalidad. Únicamente algún detalle de color debe alterar esa imagen general. Otra ventaja es que el espacio esta formado de manera natural en tres escalones diferentes. El agua, el muelle y los edificios. Tres líneas horizontales que facilitan la perspectiva. También permite la incorporación de barcos que aportan una variación importante en el diseño de maquetas, sobre todo si rotan, porque en función del barco los trenes deberían tener una composición u otra. 

Y, por último, es una forma de machacar la opinión de mi querido Lele Contino desde aquella ocasión en la que hablabamos del sentido conceptual de las maquetas. Blanco y en botella, Lele. 

Continuará.

LA MAR: RETORNO AL ORIGEN

Abandonando el páramo salmantino por excesivo, retomo el proyecto original de un pequeño puerto. Es una idea atractiva. Lo que ocurre es que sin querer, como no podía ser de otra manera, inmediatamente aparece otra de mis fijaciones identitarias: El antiguo puerto de Algeciras. 

La vista de esta postal de los años 60-70 del pasado siglo, siempre me retrotrae a la que aún conservo en la memoria de los años 50. En el muelle el  Melillero en primer plano. Tras él, el transbordador a Ceuta. El  Virgen de África. Un ABJ, posiblemente hacia Bobadilla, abandona por la vía principal la estación-aduana. Por detrás y a mano izquierda, los almacenes de las lonjas con el muelle de pesca. En la siguiente postal pueden observarse algunos cambios, la estación marítima ya ha sido remodelada y el puerto pesquero ha ido dejando sitio a un aparcamiento. Debe ser de finales de los 70.

La tranquilidad del puerto en los años 50 se veía alterada con la llegada de los trenes de viajeros que deseaban pasar el Estrecho. Los tres transbordadores de la Transmediterránea: Victoria, Virgen de África y Ciudad de Tarifa eran los habituales en los años 50 y 60. Luego vendrían otras navieras y otros barcos de los que nunca tuve el gusto.   

El Ciudad de Tarifa, listo para levar anclas espera la llegada del expreso de Madrid-Algeciras Puerto compuesto por varios 5000 y el coche camas de la CIWL. Tras 12 horas de recorrido agotador comienza el rebullir de los viajeros para sacar los billetes del transbordador, los maleteros cargando bultos en sus carretillas, las 030 de vapor para las maniobras. Tras la algarabía, el taxi al Reina Cristina para comer y hacer tiempo hasta las 16:30 que zarpa el barco. El fiel 41, inconmensurable, ya se había encargado de todo. Tiempo pasado irrepetible. ¿Puede reproducirse? El tamaño del muelle con los transbordadores es difícil de adaptar a una maqueta. Los barcos inviables. ¿Debo renunciar a esto? No creo. Hay que imaginar.

No puedo dejar el puerto de Algeciras sin colocar esta maravillosa fotografía, de la que desconozco el autor. Un tren compuesto por una variada representación del parque de RENFE está a punto de recibir la salida mientras un montón de viajeros accede desde el barco recién llegado. Me da la impresión que corresponde a la llegada del Melillero por el punto de amarre y la altura de la borda sobre el muelle. Tras él se encuentran el virgen de África y el Ciudad de Tarifa. La locomotora una Cockerill 130, de origen 030, podría ser de las que remolcaban el corto de Ronda. El TER que se encuentra en segundo plano hacía el servicio diurno a Madrid. Debe ser en verano a principios de los años setenta. En cualquier caso la sola contemplación de este tren merece todos mis elogios y agradecimientos al desconocido fotógrafo. 

Sobreponiéndose a los fútiles ensueños de la imaginación, hay que volver a la realidad. Toca llenar los vasos y retomar, sin pasarse, la idea original de un pequeño puerto.