MODELISMO FERROVIARIO: EVOLUCIÓN (y V)

Nuestra realidad domiciliaria es más modesta que la de los propietarios de esas grandes maquetas. No por eso hay que pensar que no podemos disponer de una maqueta con un aire de atmósfera similar al de esas grandes instalaciones. Buen ejemplo de esto es la maqueta de la estación de Pifcot que aparece en la LocoRevue de el mes de Mayo de este año. Una exquisitez creada por M. Luces Maillet. Recomendable para aquellos que creen que con poco espacio nada es posible. 


Un ángulo de una habitación de 3x2 m2 puede ser el espacio suficiente para que, con un ancho de 60 cm. como máximo, podamos montar una preciosa maqueta tipo estantería. Incluso podemos recurrir a complementarla con alguna parte rebatible o de poner y quitar, que puede ser perfectamente nuestro fiddle-yard o la pala de la raqueta de vuelta.


La habilidad, en estos casos, se debe dirigir a la forma de ocultar las entradas y salidas de los trenes en la parte visible. El recurso más simplón al que hemos acudido todos es el de las bocas de túneles, pero hoy día se usan más los puentes, los edificios, las masas vegetales y los fondos de decorado para crear un trampantojo que no nos obligue siempre a disponer de montañas para esconder nuestras composiciones, cosa lógica y normal, porque no todas las estaciones son de montaña y hay que poder desparecer en un llano.

Creo imprescindible indicar varios puntos clave para realizar una maqueta acertadamente, aparte de la elección adecuada del tema y el trazado. Suelo observar con bastante frecuencia en muchas maquetas, incluso en exhibiciones que no se controlan al cien por cien determinados aspectos.

















En primer lugar es imprescindible que una maqueta tenga un fondo apropiado y coherente con el paisaje que representa. Lo siguiente es comprobar que todos las edificaciones sean del tipo que sean quedan empotradas y no colocadas sobre el suelo. La vía debe ir balastada adecuadamente sobre su base y no deben aparecer elementos extraños en los aparatos de vía como motores eléctricos, etc. Las farolas, semáforos, postes de catenaria, etc, deben seguir el mismo tratamiento que los edificios y quedarán empotrados. Documentarse sobre el espacio a representar y utilizar los materiales más adecuados a cada caso. No es lo más caro del proceso y merece la pena gastar y trabajar un poco más en lo que más se va a ver.

Otra regla fundamental: no recargar, ni en el paisaje ni en las vías. Estaciones medio vacías dan mejor aspecto que estaciones rebosantes. Prescindir de las situaciones que quedan fuera de contexto en el paisaje ferroviario y elegir adecuadamente los modelos que vamos a utilizar serán algunas de las cosas que nos facilitarán el disponer de una excelente maqueta con atmósfera ferroviaria.



La maqueta de Saint Tourbière, a la que corresponden las fotografías anteriores, es una maqueta de módulos que ocupa 8,50 metros de largo y, aunque no lo parezca, con una anchura máxima de 75 cm. La acertada combinación de fondo, paisaje y edificaciones dan la impresión de mayor profundidad. La altura desarrollada para generar el fondo y las edificaciones a diferentes escalas para dar mayor impresión de profundidad son la clave. El modelista es Wim Wijnhoud, holandés. Un artículo bastante completo en la LR de mayo de 2018. Las revistas de modelismo serias, de modelismo de verdad, son imprescindibles para estar al día. Una buena documentación es muy necesaria en esta afición.

Para finalizar esta serie de entradas decir que el modelismo ha cambiado. Aquellos circuitos repletos de vías pertenecen al pasado. Hasta en el clásico tablero de 2,44x1,22 se puede hacer modelismo moderno. Incluso con un óvalo tradicional, si se divide adecuadamente. El ferrocarril cambió el mundo, no permanezcamos estáticos e inmutables con el modelismo.