Parafraseando el título de uno de los cuadros de René Magritte, pintor surrealista, en el que aparecía una pipa pintada y que tituló "Esto no es una pipa", después de haber asistido al Día del Tren en el Museo del Ferrocarril de Madrid, me encontré con una exhibición de módulos que era tan surrealista que no era modelismo.
Las Jornadas de puertas abiertas son apropiadas para captar a aficionados y seguidores del tema que se convoque. Si además hace mal tiempo y se celebran en día no laborable, la concurrencia está asegurada. Es el momento para desplegar todas las excelencias del asunto del que trate el evento. Los visitantes vienen a ver las colecciones del Museo, las locomotoras al aire libre, las maquetas, etc.
Es un buen momento para difundir los contenidos de nuestra afición y contemplar la evolución del modelismo ferroviario. Si, por desgracia, la muestra de modelismo es la presentada en cada uno de los dos andenes laterales de la estación, apaga y vámonos.
Es un buen momento para difundir los contenidos de nuestra afición y contemplar la evolución del modelismo ferroviario. Si, por desgracia, la muestra de modelismo es la presentada en cada uno de los dos andenes laterales de la estación, apaga y vámonos.
Parece imposible que se pueda presentar una colección de módulos más cutres, feos, sin terminar, sin cohesión entre ellos, carentes de estilo, deslavazados, ante un público, que ignorante en la mayoría de los casos de lo que es el modelismo ferroviario, no saben distinguir lo bueno de lo malo y se van como han venido. Tan amplios y con los niños entretenidos. Objetivo paterno cumplido.
Es otra ocasión perdida, una verdadera lástima, pero me da la impresión, después de ver estas exhibiciones y otras parecidas en polideportivos, que lo único de lo que se trata es de construir un circuito más o menos largo en donde los aficionados que se lo guisan y se lo comen se entretienen en organizar sus trenes y punto. Eso no es modelismo ferroviario. Y no hace ningún favor a la afición, porque engaña al que no sabe e indigna al que conoce. Sé que este es un país en donde lo de educar no va con la mayoría, siempre somos más dados a prohibir que a enseñar porque es mucho más fácil, pero es más productivo para fomentar una afición explicar y enseñar cosas sencillas, muy bien elaboradas, que esta especie de actividades sectarias que no conducen a nada porque ni enseñan ni fomentan.
No sé cuantos años llevo viendo maquetas ferroviarias. Mis primeros recuerdos corresponden a la exhibición de Madrid en el Círculo de Bellas Artes, sería por 1956 ó 1957. Desde entonces, he tenido la posibilidad y la suerte de ver maquetas, de todo tipo y condición, por gran parte de los países europeos. Antes de que en 1979 Le Plat anunciara su modelismo de atmósfera, ya me habían convencido de esa forma de modelismo ingleses, franceses, belgas y algún alemán. Aquí todavía se seguían montando maquetas, como mucho, de manuales de Marklin, Fleischmann y Trix. No se ha progresado mucho.
Confundir el modelismo ferroviario con el coleccionismo de modelos ferroviarios, pensar que una maqueta es una agregación de vías para que los trenes rueden y pasen y den vueltas con muchos vagones, no es modelismo ferroviario. Encajar módulo tras módulo, de no importa qué, con tal de que sea largo, no es modelismo ferroviario. Ni siquiera organizar los trenes para que no choquen es modelismo ferroviario.
El modelismo ferroviario es un arte. Un arte que requiere múltiples conocimientos, educación en diferentes materias, capacidad de expresión artística, de observación y de estudio. Requiere aprendizaje y depuración de lo aprendido, técnica y habilidad manual, pero sobre todo sensibilidad y paciencia. Es decir, algo complejo pero que se puede aprender y que, en grupo, con las habilidades y destrezas de unos y otros, puede generar verdaderas obras de arte a escala.
No soy un modelista maravilloso, ojalá lo fuera, pero aunque sabedor de mis defectos y carencias, la vista todavía me permite distinguir lo auténtico de lo falso, porque el estudio, el paso del tiempo, la observación, sin pretender ser el maestro de nadie, me han permitido ser lo que considero mi mayor orgullo, soy un connaisseur. Y lo del otro día no era modelismo.
Para mí sí eres un maestro. Sabes que sigo tu blog y tu youtube con religiosa devoción. Gracias a ti he aprendido mucho sobre modelismo y tus trabajos son fuente de inspiración para mis futuros proyectos. Así que sólo te puedo dar las GRACIAS por compartir tus conocimientos.
ResponderEliminarPD: Espero poder seguir viendo a la RENFE por Villafranca, aunque sea un poquito :)
Por favor, te agradecería que no me llames maestro porque no lo soy. Soy un simple aficionado y un buen observador. Dejo a otros la pedantería de considerarse maestros, no me dedico a esto profesionalmente, ni lo pretendo. Te agradezco tu amabilidad y tu seguimiento, de verdad. Dentro de poco publicaré otro vídeo. Espero que te guste.
EliminarUn abrazo.
Buena reflexión.
ResponderEliminarComo bien dices, ser modelista y reproducir escenarios es un arte. Hacerlo bien, es de “artistas”.
Comparto tu crítica hacia las exposiciones de módulos en los que brilla por su ausencia el citado arte. Son aficionados. Nada más.
Muchas veces la ilusión, el compartir, reunirse, mostrar, difundir (a saber cuál es el motivo real y final de este tipo de actos) hacen que, con más prisas que técnica, se lancen a estos embrollos que la mayoría de los participantes sufragan con sus escuetos recursos y que les traen más quebraderos de cabeza que satisfacciones personales.
Yo nunca he querido participar en estas convocatorias, precisamente por estar de acuerdo contigo en cuanto al nivel que se ha de tener para que tu módulo requiera el título de representación modelística ferroviaria, dada mi poca cultura y mis modestos trabajos.
Pero, por romper una lanza en pro de estos compañeros de afición diré pues, que son aficionados nada más … y nada menos.
Esta, nuestra querida forma de pasar el tiempo en torno al ferrocarril, tiene muchas facetas distintas. Pero muchas. Y cada cual se manifiesta y se siente más cómodo en unas u otras y en función de su formación, de su economía, de sus conocimientos técnicos y de sus ganas de aprender.
No hay clasificaciones ni rigurosos estándares para participar en estos eventos y esto nos lleva a reconocer que la mezcla sin orden alguno de los citados niveles acaban en presentaciones un tanto “raras” que son difícilmente clasificables.
Repito que tu crítica me ha gustado. No todo vale y, por el buen futuro de nuestro pasatiempo, habría que equilibrar la afición y el esmero.
Un saludo,
Vicente.
Tienes razón Vicente, no hay clasificaciones ni condiciones para participar en estas sesiones. Ese es el problema, creo que hay que saber distinguir entre lo que puede ser una simple reunión de aficionados, en donde cada uno va como va o con lo que tiene, y una exposición de módulos para el Día del Tren en el Museo del Ferrocarril. Son cosas diferentes y eso no debo decirlo yo, sino la persona que organiza el evento, que debe exigir un poco de calidad más acorde con el acto. Es preferible no poner nada que poner algo poco atractivo que parece que se ha puesto por obligación. Comprendo que con esto de lo políticamente correcto parece que todo el mundo tiene el derecho a mostrar sus habilidades, pero hombre, dentro de un orden. Hace ya tiempo alguien, posiblemente hoy día políticamente incorrectísimo, dijo aquello de que: "Más vale un príncipe mudo que tartamudo". Será incorrecto políticamente, pero es cierto. Un abrazo, Vicente y muchas gracias por tu comentario.
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