CIEN FOTOGRAFÍAS: LA SEPTUAGÉSIMO CUARTA


De vez en cuando me gusta apartarme de mis nuevos proyectos y volver a los orígenes de mi afición, los viejos trenes de la DRG que me contemplan abandonados cuando me dedico a la RENFE, o como ahora, a la SNCF. Ellos, que me dieron tantas satisfacciones cuando ni existía en sueños la más remota posibilidad de adquirir material español, ven ahora como solamente, de tiempo en tiempo, vuelvo a encender sus calderas y arrancamos uno de nuestros viajes por las estaciones alemanas sobrepasando mercantes lentos y cruzándonos con otros expresos.

Mis locomotoras carenadas y mis automotores rápidos, los trenes de alta velocidad de los años treinta, rugen en el escaso recorrido de ciento y pico metros que, por el milagro de las estaciones ocultas, parece mucho más largo. Creo que siempre estaré en deuda con esas locomotoras que me han hecho feliz durante tanto tiempo y me ha parecido oportuno plasmarlo con esta fotografía.

Ahora prefiero los trenes cortos y las maniobras lentas por la comodidad que me facilita el sistema digital, pero algunas veces, algo en mi interior me pide encender los viejos transformadores y ponerme al mando de mi CTC, aunque tenga que maldecir algún parón indeseado en el punto más difícil posible. Esto si que era jugar al tren, amigos.

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