Recuerdo los trenecitos de carretillas tiradas por aquellos tractores de giros rápidos y veloces que serpenteaban entre los maleteros, los pasajeros y los que iban a despedir a los pasajeros. Tremendo gentío que se asomaba a las ventanillas, lloraba, reía, mientras se subían bultos, maletas.
Aquellas conversaciones oídas al paso... "que te comas los bocadillos", "no se te olvide ver a tu tía Inés", "Abrígate que por la noche refresca".
Otro mundo imposible de entender hoy día, con pañuelos que salían por las ventanillas y madres preocupadas por que su hijo iba a estudiar a Santiago de Compostela. "Con lo que allí llueve""Y a saber que encuentra", pensando en que las amistades universitarias malograrían a su inocente retoño.
Me gustaba acercarme a los furgones y ver como se subían las cajas, las sacas...¿Por qué siempre me han gustado tanto los furgones?.
A veces venían a dejar un perro o dos en las perreras, con el amo vigilando el embarque del animalito y cara de aflicción cuando cerraban la rejilla de la puerta. "No se preocupe usted que va a ir de maravilla". El dueño daba la peseta de rigor de propina (aquel billete marrón) y mentalmente se disponía a bajar a comprobar su estado en cada estación.
Siempre me pareció maravilloso que con todo aquel desorden aparente, las cajas, los baúles, llegaran a destino dada la cantidad de manos que se encargaban de subir, colocar, acoplar y bajar a lo largo del trayecto.
Nada de aquello queda hoy en día. El viajero es a la vez maletero, se tiene que buscar su asiento tipo avión (da igual que vayas en Preferente) recorres las estaciones tirando de tus maletas y si alguien lleva mascota te la coloca al lado en una jaulita, y hasta la pasea por el vagón porque tiene derecho el animalito. Personalmente, creo que en lo único que se ha mejorado a nivel de comodidad es en la velocidad. Y eso, si la estación no está en medio de la nada y tardas mas en llegar de la estación a la ciudad, que de una ciudad a otra. Se puede vestir la mona como se quiera pero en algunos casos es un sin sentido. Una de las cosas prácticas del ferrocarril es poder acceder al centro de las ciudades.
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