Durante muchos años los
encargados de distribuir el correo y la pequeña paquetería por todas las
poblaciones de una zona que estuvieran unidas por vía férrea, fueron los Correos-Ómnibus.
Estos trenes recogían y dejaban el correo en determinadas estaciones de una línea principal y lo distribuían,
a su vez, por todas las estaciones de las líneas en las que prestaban
los servicios de viajeros. Mientras el Correo se distribuyó por tren,
en una época en donde las comunicaciones eran muy
diferentes a las de ahora, fueron el único nexo de unión entre miles de
personas que no habrían podido relacionarse sin la ayuda de estos trenes humildes y
populares, pero imprescindibles.
Desde el punto de vista de una explotación ferroviaria a escala no pueden faltar este tipo de composiciones entre nuestros trenes. Son composiciones muy agradecidas, ya que no constan de un gran número de coches y vagones, por lo que resulta factible utilizarlas tanto en maquetas de grandes dimensiones como, lo que es más habitual, de pequeñas o medianas. Hay que recordar que tienen parada obligada en todas las estaciones a diferencia de otros tipos de trenes que también transportaban correo como los Expresos, Directos, Semidirectos, que sólo lo recibían o depositaban en puntos concretos.
En su composición siempre formarán
parte los furgones estafetas de la DGDC, o cualquier otro furgón de la Renfe
con un departamento de Correos. Estafetas con las que efectuaremos una serie
de maniobras en las estaciones término, tanto para para su ubicación en las
vías determinadas del servicio de Correos para su descarga en destino, como para
recolocarlas en las nuevas composiciones de salida previstas una vez hayan sido
cargadas de nuevo, o en alguna estación de paso cuando, provenientes de otros trenes de mayor categoría, las debamos agregar a nuestros Correos-Ómnibus.
Tampoco debe faltar un furgón para el jefe de tren con departamento de paquetería de cualquiera de los tipos habituales en esos años, bien sean de dos ejes o a bogies.
Tampoco debe faltar un furgón para el jefe de tren con departamento de paquetería de cualquiera de los tipos habituales en esos años, bien sean de dos ejes o a bogies.
En líneas principales, en la época III, los coches
de viajeros serán fundamentalmente de 2ª y 3ª clase, con algún mixto 1ª/2ª ó
1ª/3ª. Ya en época IV, las composiciones contarán al principio
con algún coche de 1ª ó 1ª/2ª clase, pero estos irán desapareciendo
paulatinamente quedando únicamente los de 2ª clase. Al mismo tiempo se podrán
ir incorporando a las composiciones algunos vagones cerrados para paquetería u
otros transportes.
En época III, podemos disponer de unos cuantos tipos, tanto de madera, como metalizados y metálicos. Desde los Costas y Norte de madera hasta los cinco miles y ocho miles, pasando por los verderones o los 1600, formando parte de composiciones bastante interesantes y fieles a la realidad. No deberemos sobrepasar las cuatro o cinco unidades de coches y se puede añadir algún vagón cerrado, tipo J-300.000 o J-400.000. Uno o dos, sin excesos.
Los coches de dos ejes retomados de las antiguas compañías quedaran relegados a líneas secundarias de escaso tráfico en el período de la época III. Estas composiciones, cuando el vapor aún estaba presente, nos ofrecen algunas posibilidades muy atractivas si disponemos de las locomotoras adecuadas, pero hasta principio de la década de los setenta del pasado siglo.
Las composiciones, en este caso,
son de lo más variadas e imaginativas que puedan realizarse ya que se utilizaron todos los recursos disponibles en materia de coches, vagones y locomotoras,
dándose mezclas de material impensables e imposibles desde el aspecto dinámico
como unidad de tren, solo justificable por la escasa velocidad desarrollada en
sus recorridos.
Si nos decantamos por el final de la época III, o por la IV, las locomotoras de vapor estarán ya fuelizadas, pudiendo recurrir a los modelos de las Mikados. Las locomotoras diesel en estos períodos están todas reproducidas, con lo que obviamos el problema de la tracción. A partir de la época IV, los coches se van sustituyendo paulatinamente por los que ya han quedado obsoletos en las líneas principales, coches 3000 y 5000 fundamentalmente, y las locomotoras de vapor fuelizadas por las diesel medianas de nuevo cuño.
Con independencia del sistema de
explotación que hayamos elegido para nuestra maqueta y los requisitos más o
menos próximos a la realidad que hayamos fijado para que parezca real (no
debemos olvidar que estamos jugando, por mucha imaginación que le echemos a
nuestra afición) este tipo de trenes se ajusta a una explotación real de una
forma sencilla, aplicándoles el tiempo previsto de parada para el ascenso y descenso
de pasajeros y cargas. Son trenes completos que, generalmente, no van a sufrir
cambios en su composición de origen. No requieren de fichas, ni documentación
de vagones y cargas, por lo que resultan más fáciles de asumir, dentro de un
sistema básico de explotación, para el aficionado en general que no utiliza
estos elementos.
Aconsejo acudir a documentarse a los libros de fotografías de Renfe y a las colecciones fotográficas de Internet para formar estas composiciones acordes a la realidad. Existen documentos gráficos suficientes como para poder formar composiciones realmente fantásticas con modelos disponibles en el mercado, con la única salvedad de que muchas locomotoras de vapor no estarán disponibles a escala.
Trenes entrañables, lejos de los
grandes expresos, pero imprescindibles en nuestras maquetas ya que se adaptan a su tamaño. Algo que,
personalmente, disfruto en mi pequeña estación de Villafranca Término cuando
llega el Correo y debo disgregar los coches, pasarlos a una vía de reserva,
segregar el o los correos y furgones para que accedan a los almacenes, o a la
vía del servicio de Correos. Y una vez acabado, invertir las operaciones para
volver a montar el Correo de salida para el día siguiente. Combinar estas
operaciones con las correspondientes a entradas y salidas de otros tipos de
trenes en mi modesta estación, es lo que me produce esa sensación de satisfacción
viendo moverse mis modelos. En esto consiste realmente el juego.
Así que, como en cualquier juego de mesa, para empezar hay que
repartir las cartas.
Como en muchas otras disciplinas, menos es más. Una excelente lección, de como un tren modesto y corriente puede proporcionar un buen rato de entretenimiento. Y además todo se puede hacer con material comercial!!!!
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