Nunca me he subido a un mixto. Nunca se ha dado la circunstancia que me obligara a hacerlo. Ni ganas, para qué decir lo contrario. Estos trenes de coches, furgones y vagones de madera, algún metalizado, empleaban un tiempo enorme en hacer unos cuantos kilómetros a velocidades lentísimas para sufrimiento de los viajeros que no tenían más remedio que tomarlos. Eran trenes populares en una época en la que el ferrocarril era prácticamente el único modo de viajar de un punto a otro. El viaje se convertía en una especie de aventura que acercaba la capital, o la ciudad importante más próxima, a la gente de los pueblos. Algunos de estos viajes podían hacerse de ida y vuelta en el mismo día. Para unos cuerpos acostumbrados a soportar rigores mucho más duros, la atracción de la ciudad estimulaba el ánimo de los viajeros que escapaban de la monotonía cotidiana.
Habrá quien los encuentre encantadores y al utilizarlos le haya sobrevenido la afición al ferrocarril, al modelismo, o a las dos cosas simultáneamente. Me alegro por él. Yo también los encuentro encantadores, pero a escala, formando parte de ese grupo de trenes que me gusta componer en mis maquetas. Ahí no perjudico a nadie con paradas eternas, calores asfixiantes, asientos duros, porque son de juguete.
Mi único conocimiento real de estos trenes consiste en verlos parados en alguna de las estaciones que atravesaba mi Rápido o mi Expreso. Los rostros cansados de los viajeros no decían mucho en favor de la comodidad del viaje. En las paradas se cargaban y descargaban las mercancías, el correo, bultos, paquetes diversos que se recogían en una hilera de carretillas, carros de mano o simplemente echándoselos a la espalda. Todos se conocían. Allí trajinando se quedaban mientras mi tren reanudaba la marcha. Los ojos de los viajeros del mixto nos seguían quién sabe si imaginando hacia dónde nos dirigíamos.
Con todo este ajetreo, los trenes mixtos, ya desaparecidos, son muy atrayentes para el modelista ferroviario porque puede realizar maniobras variadas en las estaciones. Muchos de ellos daban correspondencia a otros trenes, aunque hubiera que esperar en los andenes o en el interior de la estación, la llegada de los mismos. Esta circunstancia permite combinar distintos modelos de trenes y automotores. Podemos fijar unos horarios para representar esos movimientos, dotando así de un mayor realismo a nuestras maquetas.
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