IDAS Y VUELTAS: LIMITACIÓN DE VELOCIDAD

¿Quién de nosotros, cuando éramos pequeños y podíamos coger el transformador, no le dábamos a tope para hacer correr los trenes a toda velocidad?  Ninguno. Pero siempre aparecía ese punto en la distancia, curva, desvío, cruce, en el que nuestro tren volcaba. ¡Y eso que las curvas de Payá estaban peraltadas! Era el exceso de velocidad. Los niños no entienden de límites porque en su ánimo aún no existen. Pero nosotros, ya mayores, debemos entender que, incluso en nuestras maquetas, la velocidad tiene unos límites para que los trenes no descarrilen.

Muy someramente explico un par de cosas. En primer lugar hay que decir las velocidades que desarrolla un tren en su recorrido están recogidas en el libro de horarios del tren. El maquinista sabe a qué velocidad puede circular en cada tramo. La señalización que vamos a encontrar en la vía solamente nos va a indicar aquellas velocidades que son inferiores a las correspondientes al tramo por el que se circula por las causas que sean. Esas señales son de fondo blanco si son permanentes y de fondo amarillo si son circunstanciales.

Las señales de limitación de velocidad son de tres tipos: redondas, romboidales y cuadradas. 

Las redondas avisan del inicio de la frenada para disminuir la velocidad en el siguiente tramo, las romboidales indican la velocidad que no se puede superar en el tramo y las cuadradas el fin de la limitación.

En nuestro caso, el libro no existe. La velocidad nos la marcamos nosotros mismos, y tanto las curvas cerradas como los aparatos de vía serán las causas más habituales para disminuir la velocidad de nuestros trenes. Algo que deberemos tener presente, como en la realidad. 

Cuanto más cerrada se la curva más deberemos disminuir la velocidad de  nuestro tren mientras la recorre.  Estas características del trazado las debemos tener en cuenta para señalizar correctamente nuestra  línea. 

En el caso de los desvíos deberemos comenzar a acelerar cuando el último elemento de la composición lo haya sobrepasado. Mención aparte merece ese punto, que siempre existe en nuestras maquetas, en el que sabemos que hay que disminuir la velocidad porque siempre da problemas.

Otra cuestión a tener en cuenta en nuestras composiciones es que, en la realidad, cada tren tiene una velocidad determinada. Esa velocidad viene marcada por los rombos que van incluidos en coches y vagones, no debiendo superarse la más baja de la composición resultante. 

 

Nosotros deberemos, dentro de un orden lógico, mantener ese mismo criterio con las limitaciones impuestas por la escala. La distancia de reducción de velocidad será menor, el tramo de velocidad limitada también y seguramente, sin reducir en exceso la velocidad, podremos atravesar los aparatos de vía sin que descarrilen nuestros trenes. Pero, en la medida de lo posible, para una mayor sensación de realidad, deberíamos tener en cuenta estas condiciones en la explotación de nuestras maquetas.

 Libros y Reglamentos de las Compañías  
relativos a la señalización y la velocidad
La  velocidad de nuestros trenes está limitada además por otra función, no menos importante, como es la impresión de velocidad que recibimos al observarlos. Con independencia de las escalas espacio-temporales que podamos establecer, se debe tener en cuenta que cuando observamos un tren real estamos a una distancia que, en ningún caso, ni siquiera a escala, es la misma que cuando observamos un tren en una maqueta. 

Para que tengamos la impresión de que estamos viendo algo real, debemos hacer que la velocidad en la maqueta coincida con la velocidad observada en la realidad. Y eso no se puede cuantificar según una escala. Excepto las reproducciones de los modelos, prácticamente nada más en modelismo se puede reproducir exactamente a escala. 

Es algo que debe tenerse en consideración, porque lo que se transmite es una impresión que genera una sensación en el espectador. Y aunque todos, modelistas y espectadores, somos diferentes debemos obtener la misma sensación.

Habrá quien piense que esto de la limitación de la velocidad es una nadería. Que un tren compuesto por vagones cortos de dos ejes puede llegar a ir más deprisa que uno rápido y descarrila menos. Podría ser cierto, todos tenemos esa composición fiable que nunca descarrila, pero es debido a la irrealidad de nuestro material y a la pestaña que bordea nuestras ruedas, siempre de tamaño desmesurado sea cual sea, y sin la cual ningún modelo se aguantaría  dentro de la vía.

Ver pasar trenes con locomotoras de vapor a una velocidad similar o mayor que eléctricas mucho más modernas, aparte del anacronismo, resulta raro. Convoyes de largos coches modernos a mucha velocidad en curvas de radio 360 mm. no es lo más lógico, como no lo es atravesar las estaciones velozmente. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, cada uno juega como quiere.

Para intentar paliar este árido tema os incluyo un vídeo sobre trenes mercantes. Trenes de mercancías 2  Espero que os guste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus comentarios!