Tras los meses pandémicos hemos decidido tomarnos un descanso en este itinerario de entradas y vídeos. La vuelta a una situación más normalizada permite pensar que los viajes vuelven a estar cerca y hay que recuperar ese tiempo en el que hemos perdido el pulso de nuestras ciudades favoritas. En esa programación estaba, cuando se me ha vuelto a cruzar en el camino mi maqueta de la DRG retomando la modernización del piso inferior y las cocheras de las locomotoras eléctricas. Esta maqueta es una historia inacabada e inacabable que, cuando parece que ya está terminada y la contemplo, siempre me sugiere una nueva modificación. Parece sacada de una obra de Asimov. La maqueta que se autogestiona para crecer y crecer totalmente robotizada y finalmente acaba fagocitando a su creador. De ser así, que acaben mis cenizas en la carbonera.
Lo cierto es que mis trenes alemanes me siguen dando muchas satisfacciones, puede que los modelos antiguos no sean tan detallados como los modernos y que el sistema analógico tenga menos posibilidades que el digital, pero los años pasados juntos también cuentan. Desde los modelos de los años 70 hasta ahora hemos recorrido un largo camino. Mis primeros trenes de la DB fueron dejando paso a las composiciones de la DRG por una cuestión de estética y de escala. Mientras que los coches de 26 metros se reproducían a escala 1/100, ya empezaban a aparecer los coches más cortos a 1/87. Si a esto le unimos que los años treinta son, sin duda, el paraíso de los grandes trenes con locomotoras de vapor, y que resultaba más fácil encontrar un buen material de esa época en muchos fabricantes, pues ya queda todo explicado.
En aquellos años las maquetas compactas dominaban la escena. Cuando a finales de los años setenta me planteé construir una serie de módulos que rodearan la habitación, situados a una altura en la que los ojos de un espectador sentado estuvieran al nivel de las vías, con radios de curvatura muy abiertos y en la que las estaciones dominaran el espacio para poder mantener una explotación parecida a la real, no había muchas personas, o yo no las conocía, que apostaran por este tipo de explotación.
Su desarrollo se ha ido produciendo a rachas, en función del tiempo libre disponible. Más como método de relajación que como tarea impuesta, algo que recomiendo para liberar la mente de cualquier otra cuestión, y por tanto se ha alargado en el tiempo más de lo previsible. Aún así, hace ya muchos años la dí por terminada aunque, según lo visto, ella no se da por acabada e insiste en remozarse y mantenerse en eterna juventud.
La pandemia me brindó la posibilidad de crear otra maqueta de la DRG totalmente diferente, el RAW de Steinberg. Una maqueta tipo estantería que, además de permitirme aligerar la estación principal y sus cocheras de unos cuantos automotores, me ha dado varias satisfacciones. Este proyecto me ha permitido realizar el diseño integral de los edificios mediante autocad, corte láser y materiales ligeros. La composición de tres módulos puede ser trasladada con suma facilidad por una sola persona.
Volviendo a la maqueta de la DRG, al igual que al resto de los aficionados, la adquisición de más y más modelos a lo largo de los años me ha obligado a desarrollar algunas zonas en los espacios vacíos que fuí dejando a lo largo del recorrido en el piso inferior. Es en ellas donde ahora se incorporarán estas nuevas construcciones. Las vías ya están instaladas, poco a poco se irán completándolos paisajes correspondientes.
Mientras tanto, sin que se entere, proyecto un plan de huida para no acabar dentro del diagrama de vías siendo un chivato más que cambie de color según le convenga al CTC. Dejo programadas algunas entradas y vídeos, espero que los disfrutéis.
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