Soy de la opinión que la vida del modelista ferroviario, como no podía ser de otra manera tratándose del ferrocarril, discurre entre dos puntos. Por una parte, están los que manipulan y maniobran, por otra, los que ven pasar los trenes. Desde aquel óvalo primigenio que colocábamos en el suelo de nuestra habitación hasta llegar a la explotación punto a punto, se han ido sucediendo etapas con sus consiguientes maquetas cumpliendo expectativas, sueños y deseos, hasta llegar a esa instalación definitiva que es la que colma nuestra afición.
Posiblemente haya mil maneras diferentes de disfrutar de nuestra afición, pero hay que reconocer que el punto a punto es la única instalación que permite que nuestra explotación sea la más parecida a la realidad. Los trenes parten de un lugar para llegar a otro. Como en cualquier estación término, hay que montarlos, desmontarlos, retirarlos y volverlos a colocar. Un trasiego de coches, vagones y locomotoras que van y vienen. Algunos se quedan por el camino, en espera de que los recojan, unos se cargan, otros se descargan. Los trenes entran y salen de las estaciones, recorren una línea. Nunca será real, pero es lo que más se parece.
En este mundo ficticio del modelismo podemos disponer de alguna ventaja. Recorridos cortos que se alargan escondiendo los trenes, manipulación de las formaciones en las estaciones ocultas, artilugios para invertir el sentido de las composiciones, etc. Todos aquellos trucos que nos permiten intentar trasladar la realidad a una habitación de unos cuantos metros cuadrados.
Unos verán pasar a sus trenes por un paisaje determinado, otros los moverán en estaciones, pero, en cualquier caso, siempre se fingirá, de la forma que sea, que el tren irá de un lugar a otro, porque esa es la última Thule de esta afición. Es el punto al que hay que llegar por lejano que esté, porque en la vida real no existen trenes circulares. Esos recorridos quedan reservados a tranvías, metros, autobuses, líneas aéreas low cost y cruceros turísticos. Es cierto que existe algún recorrido para trenes de vía estrecha como la Circumvesuviana y el Circumetnea, aunque también son ya más turísticos que otra cosa.
Para realizar a escala estas operaciones de formación en una estación término, considero que debe dividirse el espacio en tres partes. Comenzando por el final debe existir una zona que contenga el edificio de la estación y los andenes. Estos últimos deben ser más largos que la mayor de las composiciones que vayamos a utilizar. Pueden incorporarse en los laterales almacenes u otros edificios.
A continuación, en una zona que denomino intermedia, debe situarse una playa de vías para favorecer las operaciones que tendrán lugar al montar o desmontar los convoyes. En esta zona pueden también incluirse almacenes, cocherones y cualquier otro elemento auxiliar que se necesita en una estación.
Por último, es necesario disponer de un tramo, aunque sea pequeño, para entrada y salida de los trenes que se regirán por la señalización que se quiera colocar, mecánica o luminosa.
A partir de aquí lo que se quiera o pueda montarse.
Las composiciones no deben estar permanentemente en la estación ocupando vías de forma innecesaria. Se retirarán a otro espacio, bien sea estación oculta, Fiddle-yard, casete o cualquier otra solución. Es ahí donde tendrá lugar el almacenamiento de ramas y unidades.
En mi modesta instalación de Villafranca Término, utilizo sacrílegamente material francés para la formación de un tren nocturno que supuestamente debe proceder de París y llegar a Ussel. Una composición ficticia para una estación ficticia pero que me permite montar mis composiciones de forma bastante parecida a la realidad. Es el vídeo que ofrezco esta semana. TREN NOCTURNO. Espero que resulte entretenido.
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