Todos estamos esperando que acabe este nefasto año bisiesto, el peor posible, 2020. Ha sido el año de la pandemia, de los encierros, las muertes indeseadas e imprevistas, la pérdida de empleo, el hambre y la miseria de mucha gente. Pensábamos que los desastres quedaban lejos y nos equivocábamos. La sociedad desarrollada que creía que todo lo tenía controlado, se ha asustado al ver que nada era como pensaba, ha visto desmoronarse sus parámetros de vida.
El azar o la fortuna ha marcado las condiciones de supervivencia en esta pandemia. Aunque haya afectado a todo el mundo, no lo ha hecho con todas las personas por igual. Las circunstancias, tan Ortegianas, como siempre han marcado las diferencias posibilitando la supervivencia de unos y el desastre de los otros.
Decía Hipócrates que ante las epidemias había que huir, irse lejos y volver cuando hubiera pasado mucho tiempo. Sabio e inútil consejo. Ante la imposibilidad de la huída, nuestros expertos se decidieron por una solución más al estilo medieval al que ha habido que adaptarse para sobrevivir. El confinamiento.
En un códice del siglo XIV se recogen unas recomendaciones para poder sobrevivir en un asedio, en donde aparte de tener solucionadas las condiciones básicas de supervivencia, indica la necesidad de tener actividad intelectual y física. Hoy como ayer, los hobbys, del tipo que sean, ayudan a entretener el tiempo. El modelismo, que combina diferentes actividades, más. Por tanto es lógico que en este año catastrófico hayan crecido las ventas, sobre todo a través de las páginas web de los comercios, porque en esta afición hay mucha gente acomodada que ha podido soportar el bajón económico.
Igualmente, entrando en materia de modelismo, este año ha sido para mí el final de una época. Durante cerca de diez años he dedicado una atención prioritaria al modelismo español comprando material de Renfe. Tras ciertas dudas y vacilaciones, consecuencia del cariño hacia lo vivido o más cercano, he comprendido que para mi forma de disfrutar de esta afición no tenía sentido seguir manteniendo la atención, ni los recursos necesarios, en algo que no me proporcionaba la suficiente satisfacción. Intentaré explicarme.
La única empresa que produce modelos de Renfe con una cierta variedad y cantidad es extranjera, Hornby-Electrotren, sus productos son de calidad variable. Las empresas nacionales no están a la altura, bien sea comparando su infraestrutura, nivel de producción y/o de calidad de reproducción, de cualquiera de las marcas punteras en el mercado europeo. Ni está en mi mano analizar los motivos, ni me importan. Lo que me importa es que no dispongo de modelos ni en número, ni en calidad, que me satisfagan. De ahí el conflicto que ha generado este abandono.
Dejar en manos de los artesanos la continuidad de mi afición es todo lo que estoy dispuesto a asumir. Y de éstos en algunos. Por otra parte, aunque con la utilización de bastidores de plástico comerciales unidos a cajas de latón se han ido generando modelos que no se producían en serie, desgraciadamente por causa de estas inclusiones, no son exactamente modelos de latón. Aunque algunos me resulten interesantes para mis composiciones no puedo considerarlos piezas de latón, sin embargo, su precio final supera ampliamente el de un modelo comercial de plástico de gama alta. No me merece la pena este gasto.
A mí me gustan los modelos bien terminados, con un comportamiento mecánico correcto y con los detalles necesarios e imprescindibles para poder disfrutar al verlos, aunque entiendo las limitaciones marcadas por la escala. También me parece necesario el disponer de una cierta fluidez a la hora de generar modelos. Creo que cuando una persona tiene que inventarse una locomotora de vapor para intentar divertirse un poco, a causa de la escasa oferta comercial existente, no hay mucho más que comentar al respecto. En el país de la impostura
He concluido con mis series de fotografías de Renfe cumpliendo mi objetivo pese a todo. El confinamiento me ha permitido desarrollar un capricho que surgió hace tiempo, en una charla en Venezia, como es el de reproducir el interior del RAW de Wittenberg. Al final se va a convertir en un RAW imaginario de tres metros y pico de largo para dar cabida a mis SVT, VT y otros ejemplares de la fauna de la DRG. Aún estamos en ello y ha servido para pasar esta temporada bastante bien y nos queda un trabajo bastante interesante para el tercer módulo. Aún queda pandemia para rato. A ver quién acaba antes.
El afrancesamiento de la estación de Villafranca Término, de momento, no ha sido posible, el sentimentalismo se ha impuesto, pero cuando se termine el RAW veremos qué decisión tomamos. La invención de Villefranche-au-Pied-du-Puy sigue su curso y el material ferroviario se ha ido incrementando lo conveniente. La calidad es tal que, inexorablemente, su estación ocupará el lugar de la española. Ahí está la triste diferencia.
Seguramente, al no sacar ya de forma habitual material español en mis entradas mis seguidores irán disminuyendo, no es algo que me preocupe porque nunca he pretendido ser el más leído. Continuaré con mis comentarios mientras me sigan entreteniendo que es de lo que se trata. A todos los que me habéis seguido y aún me seguís, os deseo un año 2021 bastante mejor que éste. Es un deseo fácil, creo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios!