CALDERÍ QUE TE VÍ

Hace ya tiempo que se presentaron en la Feria de Lérida unos calderines de la serie DVT 300 que a instancias de la AFB producía Mafen. No tuve ocasión de observarlos directamente y aunque ví fotos y vídeos, nunca he comentado nada porque no los he tenido en la mano hasta este momento.
El set consta de dos furgones calderines, con caja de latón y bastidor de K-Train, cada uno embalado en su caja de plástico de la misma marca. El cartonaje que envuelve el Kit viene impreso en forma constitucional en español y catalán y nos recuerda que es Made in Barcelona. Un detalle  simpático para que veamos que aquí de chino nada. Hasta ahora bien.

Cuando procedo a extraer el calderín con garita, aprecio que la misma es muy pequeña. No tiene, creo yo, las dimensiones normales de una garita de RENFE.
Como nunca he pretendido ser un súper experto, consulto este hecho con algún amigo con amplios conocimientos en la materia y me confirma que esas dimensiones no son correctas. 
¿Cómo es posible este fallo?. 
¿Será un modelo mayoritariamente desconocido?



Intento documentarme sobre la posible existencia de garitas "Jíbaras" en RENFE provenientes de la época de la autarquía. No hallo nada. Tampoco encuentro nada sobre garitas disminuidas en el grupo de los J-300.000 alemanes abandonados tras la Segunda Guerra Mundial en el Bajo Vinalopó, como me comentaba un amigo de Alicante al que se lo había dicho un cuñado que cogía habitualmente el tren en Albacete. En fin, profundamente desazonado, tengo que admitir lo inevitable. Están mal hechas. 

Pero mal, mal, la escalerilla es de broma. El freno de husillo da la vuelta por el borde de la topera. En uno de los laterales no coinciden las líneas que imitan el friso horizontal. Dentro hay tres cajas y un cilindro que imita la caldera. Es la reproducción del interior.
Podría haber dicho que tampoco disponen de mangueras o cualquier otra cosa, pero para qué seguir, porque... ESTÁN PEGADOS.
Sí, amigos, PEGADOS, NO SOLDADOS.
Latón pegado a mogollón.

Sin embargo, por esos milagros de la Fe, hay quien los encuentra maravillosos. Posiblemente porque se vendieron por un precio bajo y ¡son de latón! 
La Fe, que mueve montañas, siempre ha generado una feligresía muy peligrosa. En nuestro caso, esta feligresía recomienda, bendice y santifica estos subproductos del modelismo sin darse cuenta que están haciendo un flaco servicio al aficionado que, con el material en la mano y a la vista del mismo, se va a agarrar un fuerte enfado cuando compruebe estos defectos.

 

Como yo, insisto, no soy un experto y no tengo estos excelsos conocimientos que rondan por el arco mediterráneo, me limito a algo más elemental, que es pedirle a un amigo dotado de una buena mano y de los medios necesarios, que me reconvierta un J-300.000 de K-Train con garita baja en uno de estos calderines. Con la inclusión de algunas piezas de manufactura propia y otras de las que genera en 3D el compañero de afición Enrique, se puede obtener algo más modesto, en plástico, como esto.


La diferencia es notable en las escalerillas hechas a mano, la plataforma de madera bajo la garita, mangueras con sus cadenas de sujeción, etc. La caja que es de K-Train le da cien mil vueltas a la de latón aunque tenga la puerta cerrada y con las piezas añadidas de detallaje queda un modelo muy respetable, más acorde a la realidad, aunque, eso sí, de plástico.


A falta de recibir las calcas y de añadir algún detalle más que requiere colocación previa de esas calcas, la cosa va así de momento. Faltan pintar techos y colocarlos correctamente. Cuando estén terminados ya les sacaré unas fotos con una composición.

Para finalizar me gustaría insistir en que, si no es para  mejorar la calidad de los modelos existentes, añadir más modelos incorrectos, o poco ajustados a la realidad, a nuestras colecciones me parece una pérdida de tiempo, de esfuerzo y de dinero, tanto para el que los fabrica como para el que los compra.

Exagerar descaradamente la calidad, terminación y funcionamiento de los modelos, bien sea por medios publicitarios, foros, blogs, o cualquier otro artilugio de las redes sociales debía estar prohibido y castigado legalmente, porque hay muchos aficionados que no tienen otras referencias de lo que aparece aparte de los catálogos, ya que no disponen de tiendas en su entorno y merecen el respeto, tanto de los fabricantes como de los amigos y allegados forofos carentes del menor rigor crítico.

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