Me comentaba hace unos días uno de mis amables seguidores que lo que le gustaba de mi estación de Villafranca era que se veía un orden en la explotación, en vez de esos pasos reiterativos de trenes en una de las clásicas maquetas de dar vueltas y vueltas. Le agradecí, lógicamente, su comentario y me alegré de compartir con alguien la forma de jugar con los trenes. Ciertamente es una explotación más realista, pero no es fácil disponer del espacio suficiente para poder desarrollar estas maquetas de una forma adecuada.
Con independencia de que cada aficionado puede construir y explotar su maqueta como quiera, yo no creo que se pueda construir una estación española, ni grande ni pequeña, aunque de una cierta envergadura, en menos de cinco metros de largo. A esa longitud hay que añadirle algo, bien sea unas curvas para que los trenes puedan estacionarse en la parte contraria del óvalo con el fin de disgregar, agregar o simplemente parar antes de volver a salir, o bien un espacio para acoplar el fiddle-yard o tramoya y poder hacer los cambios pertinentes. En resumidas cuentas estamos hablando de un mínimo de ocho metros de largo. No está al alcance de todo el mundo disponer de ese tamaño.
Tengo la convicción, desde hace tiempo, que el modelista ferroviario vive bajo el yugo de un número que le persigue que es el 24. Son los metros cuadrados que se necesitan imprescindiblemente para poder construir algo que se parezca a una instalación ferroviaria. No es tan importante el ancho como el largo. Es preferible 10,00 x 2,40; también es muy práctico 9,00 x 2,75; 8,00 x 3,00 sería el límite admisible para encajar una estación y un circuito, cerrado o abierto, que le diera servicio. Otras combinaciones espaciales cuadran en exceso el espacio, no permitiendo disponer de vías lo suficientemente largas para poder acoplar los trenes en ellas sin agotarlas. Hay que tener en cuenta que los desvíos necesitan un mínimo de 250 mm. de longitud y que en una estación no se coloca solamente uno. En cambio, radios de curvatura variando entre 1m. y 1,50 m. son fáciles de disimular y esconder.
En cualquiera de esos tamaños se puede hacer lo que se quiera, sin abusar. Organizar la maqueta como un conjunto de estanterías comunicadas por medio de helicoidales está solamente al alcance de unos pocos. Requiere de una tremenda planificación de toda índole, solo hay un Renaud Yver. Subidas las justas y si la orografía de la maqueta lo necesita, permite y se justifica. No es mejor una maqueta por disponer de más metros de vías en el circuito, sino por la veracidad de la explotación y la calidad de simulación del paisaje. En la realidad los trenes no sobresalen de los andenes, las estaciones no están llenas a rebosar de coches, vagones y locomotoras. Tampoco los movimientos son constantes ni los convoyes pasan continuamente. Es necesario elegir el tipo de explotación y ajustarse a ella. Aparte, en estanterías o vitrinas, se puede coleccionar lo que se quiera y proceder al intercambio cuando se considere oportuno.
Hay quien dispone de estos tamaños y más. Aún así, se han de respetar las reglas del modelismo para no crear un monstruo que nos devore entre escenas imposibles. Esos circuitos de pisos a base de puentes y montañas gigantescas por las que trepan trenes de todo tipo. Siempre me han dado miedo los anuncios de la mayor maqueta del mundo en donde conviven los trenes de alta velocidad con una chocolatera y dos coches de madera. Es preferible, creo yo, una composición pequeña, pero más verosímil, que aparte de los recuerdos que nos pueda traer y hayamos ido incorporando, requiere de un cierto cariño o dedicación para buscar y encontrar unos determinados modelos que se ajusten a la época, el lugar y a la función. Un paisaje acorde con el espacio suficiente para que el tren se luzca. Sin masificar.
Si no se puede disponer de estas superficies hay que organizar, pensar, planificar y diseñar para la que se tenga disponible. Y eso pasa por sacrificar algo, menos o más, de lo que nos gustaría tener. Es preferible tener poco y bueno que mucho y malo. Aunque este es el país de caballo grande, ande o no ande, es recomendable que nuestros caballos de hierro se ajusten a la superficie disponible con una cierta elegancia. En mi humilde opinión.
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