A principios de los años 70 del siglo pasado tuve ocasión de leer en LocoRevue un artículo sobre un modelista que había desarrollado una maqueta de módulos a lo largo de su casa. El tema era la vía estrecha y el asunto que más le preocupaba era la concepción del paisaje y la veracidad de la instalación y la explotación. No necesitaba grandes cantidades de material, pero sí era importante su calidad. Con unos anchos de plataforma muy pequeños, gracias a una excelente reproducción del paisaje, aquellos pequeños trenecillos correteaban por casi toda su casa con una veracidad extraordinaria.
En aquellos momentos yo comenzaba, ya en serio, mi colección de material alemán y, en cierta medida, me resultaba difícil entender que se contentara con tan poco. Cincuenta años después, le comprendo perfectamente.
Lo culturalmente deseable es que, con el paso del tiempo, las personas aprendamos y mejoremos nuestras capacidades intelectuales y cognoscitivas, no siempre es así desgraciadamente, para poder llegar aun mayor nivel de conocimiento, sensibilidad y por ende, cultura. El modelismo ferroviario, como cualquier otra actividad humana, se rige por esos mismos criterios con independencia que, repito, como en cualquier otra actividad humana, cada uno llega hasta donde quiere o puede, lo que da origen a múltiples interpretaciones del concepto más o menos alejadas de su realidad intrínseca, que no es otra que la ya definida como reproducción de la realidad a escala.
Así que en una nueva y penúltima reconversión he dado por cerrados estos años de Renfe, guardando el parque en cajones o distribuyéndolo por las vitrinas, para poder disfrutar de una nueva readaptación de mi afición que iré realizando tranquilamente mientras el cuerpo aguante.
La intención de disponer de una maqueta francesa me viene de lejos. La facilidad que existe actualmente de disponer de material de calidad a un precio razonable me anima, aún más, a construir un pequeño rincón francés entre mis maquetas con la única condición de mantener la calidad sobre la cantidad. Algo relativamente fácil si consideramos que las preciosas Cul de bateau 141TA del macizo central me encantan y tanto Modelbex como Hornby-Jouef las han reproducido, cada marca a su estilo, con acierto.
La aparentemente surrealista y Daliniana transformación de la española Estación de Villafranca en la francesa de Villefranche, pequeña población ficticia del Macizo Central, en la ruta de los trenes de las aguas y en la transversal Burdeaux - Lyon, me permitirá poder disfrutar de las composiciones reales propias de la zona, con modelos comerciales de buena calidad y ajustados a la zona elegida. La suave lluvia francesa regará la verde campiña, tan diferente a la áspera sequedad del erial español. Sutil y feliz diferencia.
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