CAFÉ, COPA Y PURO

En un momento como el actual en la historia de los ferrocarriles, en el que han desaparecido prácticamente los coche restaurantes, sustituyéndolos  por una bandeja de procesados incomibles en el asiento, e incluso se esta barajando la posibilidad de eliminar las máquinas expendedoras de bebidas que existen en algunos trenes en los que ni siquiera hay servicio de bar o cafetería, me parece oportuno hablar, aunque sea sintetizando bastante, de la restauración en los trenes para que no se olvide que esta carencia restauradora no siempre fue así.


Antiguamente los recorridos de nuestros trenes, aunque no eran muy diferentes en muchas líneas de los de ahora, se hacían eternos. En las distancias largas se hacía imprescindible viajar con vituallas para saciar el hambre o utilizar los servicios de restauración del tren, si es que disponía de ellos, ya que los viajes de más de 10 horas podían ser bastante habituales. Confiar en comer algo en la cantina de una estación, además de ser un albur, podía obligar a salir corriendo cuando menos se esperaba.


Para obviar estos inconvenientes en algunos trenes se incluían coches restaurante, restaurante-bar o bar-cafetería con el fin de dar servicio a los viajeros durante todo, o parte, del recorrido. Estos coches se añadían y se segregaban en función del tipo de tren y hora, ya que solamente prestaban sus servicios en determinados tramos y a determinados horarios. Los viajeros muy viajados conocían todos estos entresijos de horas y turnos, con el fin de quedarse de sobremesa con el café, la copa y el puro. Ah, que tiempos en los que no sólo se permitía fumar en el restaurante, sino incluso hasta en los compartimentos. ¡Cuantos millones de niños del pasado siglo habremos sufrido estas terribles circunstancias sin conocer el riesgo al que estuvimos expuestos! Que no nos haya ocurrido nada malo es únicamente achacable a la ignorancia del peligro por parte de nuestros progenitores y al afán de supervivencia implícito a la naturaleza humana.

La CIWL se encargó de la explotación de los servicios de restauración de todos los coches restaurante en la época de Renfe, así como de las cafeterías y bar.  En algunas unidades de camas se eliminaron compartimentos para colocar en su lugar una pequeña cafetería, al igual que ya existían en coches de primera, segunda e incluso de tercera clase con bar o cafetería. Viajar en ellos era un suplicio por el trasiego constante de viajeros desde sus asientos al bar y viceversa. No debemos olvidar que España es un país de bares.

Los precios en los restaurantes de la CIWL tampoco eran desdeñables para la época, por lo que era frecuente ver a los viajeros tirar de tartera, como ahora en las oficinas, o comprar los productos que se ofrecían en las estaciones a pie de ventanilla.

Esta última opción convertía el viaje en una especie de mercado itinerante a base de productos locales.
Los viajeros podían permitirse degustar las delicias de nuestras cocinas regionales por medio de los  productos típicos ofrecidos por los lugareños que, simultáneamente al servicio prestado, comprobaban los avances del transporte mientras atravesábamos nuestra rica y variada geografía en una conjunción de destinos beneficiosa para todos.
Sí, amigos, yo también estudié Formación del Espíritu Nacional y ¡con nota! Estar de vuelta siempre es bueno.

Bromas aparte, y en lo que se refiere a nuestra afición, se debe reconocer que no están muy bien representados estos coches en escala H0, por lo menos en época III. Los coches restaurante de la CIWL de Electrotren son todos falsos, por lo que hay que proceder a transformaciones que, si bien en algunos casos son sencillas, en otros requieren un nivel de conocimientos y técnica altos para obtener un modelo de calidad. Hay que modificar techos, bajos y algún lateral como el restaurante de la segunda fotografía de esta entrada. Pensar en encontrar los coches mixtos camas cafetería en escala H0 es una pura entelequia.


Para los coches 5000, Electrotren en esta ocasión sí que dispone de un mixto 1ª Clase Cafetería que es acorde al modelo real. Aunque lo produce en dos versiones, la de la librea de época III no es exacta porque los testeros están  modernizados con burletes de goma en vez de fuelles, por lo que hay que proceder a su sustitución.



También existen los kits de transformación de TULATÓN,  con los que se puede obtener el mixto AAWLR-5000 y el restaurante-cafetería 8000, éste en dos versiones con diferentes libreas. La original que corresponde a la primera fotografía de esta entrada, verde, y otra posterior en azul amarillo.


Sin embargo, a pesar de estas dificultades modelísticas, disponer de estos coches es necesario porque  son muy adecuados para nuestras explotaciones ya que, al ser agregados o suprimidos de las composiciones en función de la prestación de sus servicios como recogía  anteriormente, nos permiten hacer maniobras en las estaciones con lo que se incrementa el nivel de movimientos, reproducimos más fielmente los recorridos y, sobre todo, incrementamos el tiempo de juego.

Para los que no hayan tenido ocasión de viajar en estos coches y comer o cenar en ellos, aconsejo que lean el libro de Aranguren sobre los Coches camas, restaurantes y salones en la península ibérica, y alguna cosa más si es posible. Lamentablemente, la calidad del servicio fue decayendo con el tiempo y todavía recuerdo con lástima mi último desayuno en un coche restaurante.
El menú siempre era más o menos el mismo, entresacando de mi memoria me parece recordar que el consomé solía estar aguado, el lenguado y el pollo con patatitas al vapor tampoco eran gran cosa. En cualquier caso mucho mejor que el pack almuerzo Alta Velocidad actual.
Con el paso del tiempo a mí también me llegó la satisfacción del cigarrillo tras la cena, la charla de sobremesa y el vaivén del paso entre los fuelles hasta llegar a la cama, maravillosos recuerdos solo superados por la ducha al despertarme en los coches del Talgo camas y bajar del tren limpio y arreglado. Aquellos sí que eran viajes.

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