A veces me gusta montar composiciones largas. Es casi mayor la satisfacción que siento al ir seleccionando y colocando los coches que la que me produce el verlos pasar despacio desfilando ante mis ojos. Estas formaciones tienen un recorrido limitado en mi maqueta. Debo restringirlas a los dos metros para que entren en las vías de la estación término sin que lleguen a impedir otras salidas. Y, sin embargo no puedo impedir que cada cierto tiempo sienta esa llamada y mis manos empiecen a recorrer las estanterías, los cajones, buscando ese modelo alrededor del cual va a girar toda la composición. Después, tras la agitación de la búsqueda me encuentro con la realidad de la composición formada que presenta escasas variaciones respecto a otras realizadas anteriormente. Las limitaciones de material tanto real como a escala acaban imponiendo su ley.











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